Las máscaras obstaculizan la identidad en softwares de reconocimiento facial. Por ello, algunas tecnologías modifican sus algoritmos para dar solución a este problema.
Face ID de Apple es un sistema de verificación facial. La tecnología, que utiliza una cuadrícula de puntos infrarrojos para medir la forma física de la cara de un usuario, asegura el acceso a los iPhones y iPads de la compañía. Pero, aunque el servicio puede superar muchas barreras (maquillaje pesado, barbas espesas y gafas de sol), no ocurre lo mismo con las mascarillas. Por ello, los usuarios pueden usar Express Transit, que les permite acceder a las apps sin autenticación.
El problema que tienen las mascarillas es que hacen que sea más difícil para un sistema distinguir entre una cara real y una parodia. Esa tarea, llamada “garantía de presencia genuina”, es el núcleo de la verificación facial. La mayoría de las soluciones de garantía de presencia genuinas tendrán dificultades para lidiar con una mascarilla grande que cubra la mayor parte del rostro de alguien.
Otras tecnologías podrían resultar más prometedoras. Algunas brindan servicios con un sistema de verificación de la palma de la mano que puede reconocer con éxito a las personas a partir de una imagen de su mano en un teléfono inteligente, con la misma protección contra falsificaciones artificiales.
Lado positivo
Los problemas que los sistemas de verificación facial tienen con las mascarillas también han afectado a los fabricantes de una tecnología similar, el reconocimiento facial, que se utiliza con fines de vigilancia, para rastrear a las personas. Un estudio realizado en julio por el gobierno de EE. UU reveló que el uso generalizado de mascarillas reducía la precisión de los algoritmos de reconocimiento facial entre un 5% y 50%.
R.L.